Deber, lealtad, justicia y libertad: algunos fundamentos de Etica profesional

INTRODUCCION GENERAL

La Etica se nos presenta hoy, como una necesidad acuciante.

Todos los discursos y todas las retóricas, hoy pretenden revestirse de ropajes morales, cuando no moralizantes. Hoy día todos se ocupan y se preocupan de la moral, sobre todo cuando la corrupción aparece a flote en la superficie de la sociedad. Por lo tanto, el tópico de la moral ocupa el interés de los hombres públicos, los empresarios privados y de los artistas, de los religiosos y los laicos, de los creyentes y los no-creyentes, y al mismo tiempo, aparece en filigrana, en la actualidad de la opinión pública.

Los intelectuales también tienen una palabra que decir al respecto.

Este ensayo constituye precisamente una contribución intelectual dirigida a aportar una visión de la problemática ética, desde el punto de partida de cuatro principios y valores: la libertad, el deber, la lealtad y la justicia.  No se trata de una re-escritura de la moral tradicional, sino de una aventura del pensamiento para buscar nuevos horizontes éticos, pensando más en el futuro que en el pasado.

Quienes suscriben las distintas versiones de una moral tradicional e incluso de una moralidad tradicionalista, se apresuran a anunciar la crisis moral de la sociedad, mientras que los epígonos de la modernidad, declaran el triunfo de la moral individual y utilitaria de la que ésta es portadora.

Del mismo modo como la modernidad parece instalarse como una corriente profunda que atraviesa los propios basamentos de la sociedad, así también la ética tradicional ve conmovida sus bases y se enfrenta a interrogantes inéditas.

La modernidad está llegando y parece que va a quedarse entre nosotros.  Pero, ¿qué modernidad estamos edificando?

No es que los valores tradicionales estén en crisis.   Probablemente muchos de los valores que dieron forma a la sociedad tradicional que estamos dejando atrás lentamente, perdurarán en la conciencia moral de las personas.

Lo que sucede es que –en este inicio del siglo XXI- estamos asistiendo a una profunda transformación cultural y societaria.

Somos al mismo tiempo los protagonistas y espectadores de un cambio de época, que junto con dejar atrás las formas tradicionales de pensar, de comportarse y de actuar, se abre a las posibilidades infinitas de una nueva cultura globalizada, abierta, plural, libertaria, plena de dignidad y humanista, o posiblemente estamos entrando en una segunda edad media, caracterizada por el predominio de lo chabacano, lo efímero, lo superficial, por los pensamientos únicos, en síntesis, por la fotocopia del pensamiento original…

La modernidad ha sido portadora de tres principios indisolublemente ligados entre sí: el individuo, la razón y la libertad.

En la modernidad, la razón ha sido definida y asumida como el fundamento intelectual del pensamiento y de la acción.

La razón moderna se sustenta en un individuo que nace libre, y que por lo tanto, busca y lucha por su libertad, mientras construye la libertad del mundo en el que vive; un individuo que nace igual y que por lo tanto,  busca y construye la igualdad entre sus semejantes y con ellos.

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